“Distante bella lobezna desprendida de los bosques;
inmensa y sombría como el descenso de las águilas
en la soledad de los salmos;”
En “Piedra de Habla”, la poetisa atraviesa todas las edades, ausculta el pulso de los tiempos, regresa al lugar de origen, vive la afirmación y negación propia o ajena y según sus propias palabras, “cumple medida y riesgo de la piedra de habla”, cada vez que pronuncia la palabra sagrada, entendiendo por ésta, la poética:
“guardadora de verdades y máscaras opuestas
al rostro común señalado de infinito;
sensorial y eterna como el paso de las razas
sobre la brillantez oscura de las piedras;”
Ana Enriqueta Terán, asume plenamente los riesgos de ser la guardiana de la palabra sagrada que abre y cierra ciclos al ser pronunciada. Mientras realiza operaciones aparentemente opuestas y contradictorias como lo es unir y separar lo oscuro de lo iluminado, se erige como la sacerdotisa que al nombrar, hace visibles a los ojos de los demás, realidades que de otra manera permanecerían ocultas:
"Elaboramos la medida, la pausa entre alguien
y el despojado absoluto.
Afuera ladra la bestia de uno mismo”
(Sueños VIII)
La poetisa entrega y elabora las profecías; desata vendavales y guarda los secretos. La mujer como centro de irradiación del lenguaje, detentadora de sus vertientes de razón e intuición, ilumina los oscuros pasadizos de viejos y sagrados rituales. El hermetismo de la escritura le permite establecer paralelismos con la oscuridad proveniente del ámbito que nos roza cotidianamente, como si sus delicadísimas fronteras nos impidiesen percatarnos de nuestras rupturas racionales, especialmente cuando nos desplazamos por los linderos que nos muestran no sólo nuestra fragilidad sino nuestro desconcierto.
Desde esta misma perspectiva, la luminosidad vendría a ser la contrapartida de lo hermético al materializar la interpretación del lector, quien recorre la página como laberinto al que debe encontrar salida, a partir de las claves dejadas por la mediadora de la Voz que desde el fondo de los tiempos de la humanidad, sólo habla a quien tiene la capacidad de atender, es decir, al poeta:
Ordenes que obedezco:
Entregue sus pañuelos,
sus signos de puntuación
su abecedario”
(Los sueños: XIV)
“Entonces, vivo, o sólo me nutre lo que habla de mí
(no para mí) alguien que me sueña
y no logra darme estatura, ni minuciosa
bien pulida osamenta:
afirmación de cal, último refugio del yo
mientras me salgo, me vuelvo humo
me dejo ir más insomne que el alma.”
La casa es uno de los tópicos más persistentes en Ana Enriqueta Terán, no sólo como alusión al lenguaje en cuanto casa habitada por el hombre, sino como poética articuladora de la memoria familiar que a su vez se transmuta, trascendiéndola, en mito que sostiene las relaciones humanas y sociales. Sin embargo, en este acercamiento, nos interesa especialmente la mirada que sobre sí misma y su oficio, considerado como la posibilidad de darle encarnadura trascendental a nuestro cotidiano vivir, tiene la poetisa. Acercamiento que consideramos pertinente realizar a través de Música con pie de salmo, por cuanto coincidimos con los críticos que afirman que es a partir de este texto poético, cuando aparece claramente incorporada la intimidad de lo doméstico. Para Celso Medina en este libro, “El cosmos poético reduce su espacio a lo íntimo. La Voz se centra en lo hogareño. Se mantiene el apego a lo sencillo”.
Destino al que obedece ciegamente aunque al comienzo los suyos no le reconozcan como la elegida cuya única religión, la poesía, la eleva más allá de cualquier contingencia:
“Entonces os asustaron sus bellas liebres grises,
sus aproximaciones de piedra que mejor siente,
sus análisis de bestia mayor, cósmica,
su inocencia de mujer que se peina
que hace música del fondo al final de sus cabellos.
Mujer que rompe los esquemas pacatos y beatos de los prefijados roles “femeninos”, para erigirse como dadora de la Palabra que se adivina infinita. Familia que no entiende los pasos iniciáticos, especialmente si se solapan a los cotidianos:
Entonces la dejásteis partir
Olvidando su intolerable extensión verbal
Su pávido lunes, Oh lunes diario:
Casa, comida y ropa limpia para el hombre,
El innumerable que construye su propio Dios
Con su inmóvil, crucificada sombra
Sobre las estaciones errabundas.
Sin embargo es ella quien restituye vuestras semblanzas,
Cuenta vuestros días
Y volverá a sus principios de árbol radiante fechado en la noche.
(Comprobación inaudita)
Lados. No debe tropezar, vaya esquivando aristas, piedras de signo,
Esquive centros, núcleos, dureza de luz en tiempo finamente ofrecido.
Acerque con delicadeza el ramo, escoja la más pavorosa con bordes iguales.
Vea corazón, dibujos en equis que desguazan números: la más pavorosa.
Acerque el oído a la esperanza: no existe por lo menos ni voz, grito
o renqueo último.
Acerque intenciones, ruegos, cuidando el ave, entregando su raso de
hálito y sacrificio.
No entregue paños ni banderas, tampoco destino ni laboreo de alta trama.
Experiencia de la vida y revelación de lo Sagrado entramadas y entregadas de manera tal, que el lenguaje pierde y recupera en un juego semántico casi simultáneo, sus cualidades representativas para dar lugar al espacio de las resignificaciones que abrirán correspondencias insospechadas, a uno y otro lado de los ámbitos de lo visible y lo invisible. La casa, los girasoles, los perros, las aves, el águila especialmente, la mesa servida, los dones, la ceguera del vidente, la extranjera entre los suyos y los linajes, son algunos de los elementos que servirán de puentes semánticos para cruzar de uno al otro lado. No de otra manera puede verse lo cotidiano a partir de lo trascendental. Menos en la poesía de Ana Enriqueta Terán.
1 Comments:
Estimada Marisela...
O mejor dicho: Profe... Prefiero decirle así, ya que para mí usted seguira siendo la persona que enseña, la persona que da, de quien podemos beber de la fuente del conocimiento.
La felicito por incursionar en la Matrix...en este mundo virtual al que podemos ingresar y compartir lo que somos, es decir La Palabra. Y usted con este esfuerzo trae a nosotros la poesia, la escritura literaria.
Gracias por todo...
Dios la proteja, le de la salud y derrame sus bendiciones sobre su hogar.
Con aprecio
Su Amigo
Rafael Lucena
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