RAMON PALOMARES (VENEZUELA)
“Para encantarme he venido…
Pareciera decirnos siempre aunque no lo sepamos, Don Ramón Palomares, cada vez que llega a este Encuentro Internacional de Poesía, con ése hálito de pájaro leve, que se posa en la rama más verde del espacio más puro, de cada de nosotros, iluminando verdores, ríos, flores de montaña, nieblas y páramos de la memoria
“Para vivir el color violeta aquí me he posado…
Nos dice con la suavidad del que ignora el griterío de autopistas, corneteos, regeetones radiales y voceríos. Se posa en el jardín de las palabras y espera atento, el poema ajeno, acostumbrado a oír desde la infancia, no sólo a los vivos sino a los muertos.
“Estremezco las ramas, me estremezco yo…
Le oímos decir en su pausado y suavísimo acento a quien es dueño de una de las voces poéticas más importantes en nuestra lengua. Voz íntima que atraviesa la mayor parte de su obra, nutrida de la cualidad de atender , desde muy niño a las voces del vecindario y los tonos del afecto familiar que formarían parte de sus primeros contactos con el lenguaje. Oidor y escritor en su caso, son dos caras de la misma hoja.
“En el aire opuesto de flores…
Que parecieran acompañarle siempre. Que deja su estela por todos los lugares por donde pasa, con esa sonrisa tan suya y ese gesto de abrazar inclinando la cabeza, como quien se cobija y cobija a su vez, a la manera de los pájaros.
“Soy pequeño en esta dulce casa…
En la casa del lenguaje que por una semana sabrá de esplendores propios y ajenos y que tendrá a Ramón saludando y recibiendo a los recién llegados, muchos de ellos conocedores de su obra poética y que al verlo leve lo verán como pájaro aunque sepan que también puede ser halcón y viejo lobo. Lo sentirán, a veces como anfitrión y otras como si estuviera esperando permiso para entrar desde el paisaje a la ciudad.
“Soy ligero en esta ventana…
Dirá con su calidez y esa delicadeza tan Ramón Palomares. Y una vez dentro, oirá con mucha atención la palabra ajena sin imponer la suya. Reclinará su cabeza y cerrará sus ojos de vez en cuando; asentirá en silencio cuando el poema encienda rescoldos que parecían olvidados. Oirá con el alma y a veces nos mirará como si acabara de llegar o ya se hubiera ido de regreso a las montañas. Entonces lo dejaremos seguir ensimismado para esperarlo más adelante, con el corazón dispuesto a oír el murmullo del río que lo surca desde siempre.
Don Ramón Palomares nació en Escuque, Trujillo, en 1935. Fue fundador del Grupo Sardio y participó en El Techo de la Ballena. Maestro en sus inicios, es profesor jubilado de la ULA-Mérida. Su obra poética ha sido publicada bajo el título de Honras fúnebres (1965) y Santiago de León de Caracas (1967); Paisano (1964); El Ahogado (1964); El vientecito suave del amanecer con los primeros aromas (1969); Adiós Escuque (1974); Elegía 1830 (1980); El viento y la piedra (1984); Alegres provincias (1988); Mérida, elogio de sus tres ríos (1985);Mérida, fábula de cuatro ríos (1994). Sus antologías muestran el interés de sus lectores: Poesía. 1958-1965 (1973); Poesía (1977 y 1985); Trilogía (1990). De Lobos y Halcones (1997). Al regreso, nos llevaremos en los ojos la imagen de quien fuera y sigue siendo pájaro, lobo y halcón:
“Más tarde cuando ya todo ha desaparecido me pregunto de nuevo
¿De qué halcones, de cuáles pájaros se trata?
¿La infancia, con sus alturas y laberintos?
¿La sangre que atisba ya sus pesadumbres y victorias?
Cierto: El porvenir ha sido una vez más convertido en cordero
Y el aire se solaza en sus huesos.
Los halcones eran ciertamente lobos y los lobos me esperan para celebrar
Y al echar a correr entre los matorrales advierto sobre los claros de la fronda
El gran cielo expandido
Y con él un halcón dorado, vuelta y vuelta en sus mares altos
Con los ojos fijos en mí.”
Marisela Gonzalo Febres- Valencia-2006
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