Las voces de Penélope

Compartir reflexiones y textos literarios/poéticos, propios o ajenos, con la finalidad de intercambiar ideas e impresiones. Hacer del blog el espacio de la palabra y de la amistad.

Nombre: Marisela Gonzalo Febres
Ubicación: Barquisimeto, Lara, Venezuela

Docente universitaria, escritora, productora de televisión y editora de impresos

16.11.06


Foto: Mary Carmen Alvarez

MARIA BARANDA

María Baranda es una especie de versión humana de las “cajitas chinas”. Uno se la imagina mexicana de pura cepa y se asoma con cara y sonrisa de mujer nórdica y pecosa que pareciera cargar algo del golfo de México en sus ojos. Voz cantarina, sabe hacer amigos sin aires de diva pues está atenta a lo que los demás escriben y leen, cosa que pareciera ser natural en los poetas, pero que desafortunadamente no es así. Y para asomarnos a su trabajo poético, en una especie de vuelo que interese a quien se acerque a este blog , oigámosla:

“¿Qué incendia su palabra y la ilumina en la forma mas nítida del alma”? (40)

Pregunta poética que se hace María Baranda, es válida a su vez, para los le que leemos, casi de corrido en medio del asombro, Fábula de los Perdidos (1990), Moradas Imposibles, Québec, 2000 ; Dylan y las Ballenas, México 2003 . Poeta de palabra profunda, densa y plena de sentidos, esta mexicana nacida en 1962 en Ciudad de México, ganadora del Premio nacional de Poesia Aguascalientes 2003 y del Premio Internacional de Poesía Villa Madrid, pareciera navegar a plenitud en formas nuevas del barroco hispanoamericano:

“Yo no te sangro como las savias

O las resinas en los relieves

Que te codician como una espuma.

Yo no te estrecho como a los belfos

Ni te perfumo ni te acaricio.

Porque al mirarte no tengo nada ni soy tú mismo. (M.I. 50)

Barroco expresado en las estructuras y juegos del lenguaje, tales como interrogaciones retóricas, escenificación de diálogos intertextuales, tono interpelativo e invocativo y ritmo en continuo ascenso. Barroquismo presente de manera continua en sus referentes, esencialmente culturales, tales como las Moradas de Santa Teresa y la mística, despojada de esa especie de “mismidad” que hace del poema místico un texto cerrado y críptico, para abrir espacios en los cuales rompe algunas de las formas conceptuales al jugar con las distancias poéticas, no sólo desde la semántica sino desde la disposición gráfica de los textos.

“¿Qué son Dylan, esos sonidos que se oyen/desde el blanco bosque/ de tu boca de agua?” abre el poema extenso “Dylan y las Ballenas”, canto festivo que reconoce a quien poéticamente nos habla desde hace mucho tiempo a nombre de la tribu. Conserva lo que pareciera ser una constante de su escritura, al menos de los tres citados al inicio: Tono interpelativo, plenitud verbal que no está exenta de sobriedad dado su profundo trabajo sobre el lenguaje y apego por referencias de la tradición poética que a manera de señales, guían al lector por las espumas y vientos marinos que parecieran articular las imágenes preponderantes de un denso poema cuya intencionalidad es explícita. Cito:

¨No tengo ya otra luz que la del río

Que se aleja hacia el cielo de mis años

Bajo el sol

Que en la cresta del tiempo resurgiera

No tengo otra razón sino cantarle

Al último Odisea de los campos. niño feliz

Y desbocado como caballo ciego en la pradera.¨